martes, 7 de abril de 2009
CONCIERTOS DE SEMANA SANTA
sábado, 14 de marzo de 2009
CICLO DE CONCIERTOS DE MÚSICA SACRA EN LA UC
PROGRAMA MARZO 2009
- Jueves 19 - 19:30 hrs.
Campus Oriente UC, Templo Mayor
JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750)
Pasión según San Marcos (1731) BWV 247
- Jueves 26 - 19:30 hrs.
Campus Oriente UC, Templo Mayor
MUSICA SACRA INGLESA DEL SIGLO XVI
* HENRY PURCELL (1659 - 1695)
Sonata III en re menor
* PELHALM HUMFREY (1647 - 1695)
O Lord my God
* HENRY PURCELL
Fantazia upon one note
Blessed is he that considereth the poor
Fantazia In Nomine a 7
Funeral Sentences
Pavana and chaconne
*JOHN BLOW (1649 - 1708)
The Lord is King, and hath put on
Glorious apparel
*HENRY PURCELL
In Nomine a 6
O sing unto the Lord
ENTRADA LIBERADA
viernes, 12 de diciembre de 2008
Obispo de Copiapó interpretará piezas musicales en Concierto de Navidad
domingo, 30 de noviembre de 2008
ADVIENTO: Algunas consideraciones litúrgicas y musicales
jueves, 2 de octubre de 2008
Qué dice el Vaticano II respecto a la Música Sagrada: algo que muchos ignoran y tergiversan
112. La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne.
En efecto, el canto sagrado ha sido ensalzado tanto por la Sagrada Escritura, como por los Santos Padres, los Romanos Pontífices, los cuales, en los últimos tiempos, empezando por San Pío X, han expuesto con mayor precisión la función ministerial de la música sacra en el servicio divino.
La música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo la mayor solemnidad los ritos sagrados. Además, la Iglesia aprueba y admite en el culto divino todas las formas de arte auténtico que estén adornadas de las debidas cualidades.
Por tanto, el sacrosanto Concilio, manteniendo las normas y preceptos de la tradición y disciplinas eclesiásticas y atendiendo a la finalidad de la música sacra, que es gloria de Dios y la santificación de los fieles, establece lo siguiente:
113. La acción litúrgica reviste una forma más noble cuando los oficios divinos se celebran solemnemente con canto y en ellos intervienen ministros sagrados y el pueblo participa activamente.
114. Consérvese y cultívese con sumo cuidado el tesoro de la música sacra. Foméntense diligentemente las "Scholae cantorum", sobre todo en las iglesias catedrales. Los Obispos y demás pastores de almas procuren cuidadosamente que en cualquier acción sagrada con canto, toda la comunidad de los fieles pueda aportar la participación activa que le corresponde, a tenor de los artículos 28 y 30.
115. Dése mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en los seminarios, en los noviciados de religiosos de ambos sexos y en las casas de estudios, así como también en los demás institutos y escuelas católicas; para que se pueda impartir esta enseñanza, fórmense con esmero profesores encargados de la música sacra.
116. La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.
Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30.
117. Complétese la edición típica de los libros de canto gregoriano; más aún: prepárese una edición más crítica de los libros ya editados después de la reforma de San Pío X.
También conviene que se prepare una edición que contenga modos más sencillos, para uso de las iglesias menores.
118. Foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, de acuerdo con las normas y prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los fieles.
119. Como en ciertas regiones, principalmente en las misiones, hay pueblos con tradición musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dése a este música la debida estima y el lugar correspondiente no sólo al formar su sentido religioso, sino también al acomodar el culto a su idiosincrasia, a tenor de los artículos 39 y 40.
Por esta razón, en la formación musical de los misioneros procúrese cuidadosamente que, dentro de lo posible, puedan promover la música tradicional de su pueblo, tanto en las escuelas como en las acciones sagradas.
120. Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
En el culto divino se pueden admitir otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad eclesiástica territorial competente, a tenor de los arts. 22 § 2; 37 y 40, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles.
121. Los compositores verdaderamente cristianos deben sentirse llamados a cultivar la música sacra y a acrecentar su tesoro.
Compongan obras que presenten las características de verdadera música sacra y que no sólo puedan ser cantadas por las mayores "Scholae cantorum", sino que también estén al alcance de los coros más modestos y fomenten la participación activa de toda la asamblea de los fieles.
Los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún: deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas.
lunes, 22 de septiembre de 2008
Cien años del natalicio de Mons. Francisco Valdés Subercaseaux, un Pastor que veló por la música sagrada
miércoles, 27 de agosto de 2008
Un organista como Premio Nacional de Música
La errónea interpretación del concilio Vaticano II por muchos sectores de la Iglesia, ha condenado a los órganos de tubo al más vergonzoso silencio, reemplazándolos por instrumentos que no se adaptan con facilidad al verdadero espíritu de la liturgia católica y a lo que ésta transmite, sino que muchas veces contibuyen a la distracción y disipación de los fieles.
Lo que no todos consideran (o que omiten) es que el mismo Concilio Vaticano II, en su Constitución "Sacrosanctum Concilium" se refiere de ésta manera al órgano: "Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales." (SC. nº 120)
En Chile, el cultivo, la apreciación y la difusión de la música para órgano es casi catacúmbica. El escaso interés del clero, y por consiguiente de los fieles, hace que el instrumento más propio, concorde, recomendado y tradicional de la Iglesia forme parte de un fatal círculo vicioso: la escasa formación musical y litúrgica en los Seminarios, contrario a lo que manda el Concilio Vaticano II ("Dése mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en los seminarios, en los noviciados de religiosos de ambos sexos y en las casas de estudios, así como también en los demás institutos y escuelas católicas; para que se pueda impartir esta enseñanza, fórmense con esmero profesores encargados de la música sacra."SC. nº 115), hace que en las Iglesias los órganos, y la verdadera música sacra, en genral, esté en desuso. Al estar en desuso, no se requieren músicos aptos para su ejecución. Al no haber músicos, no hay necesidad de mantener instrumentos. Al no haber instrumentos en buenas condiciones, no hay músicos que los oigan y se interesen por aprenderlos. Y así sigue el círculo...
¡Cuánto bien haría en las almas volver a escuchar los solemnes acordes del órgano! No es casualidad que la crisis de fe, el vaciamiento de las Iglesias, la escacez de vocaciones y el secularismo surjan a la par (o a raíz) de la crisis de la música sagrada.
Quiera Dios que éste premio despierte en nuestras autoridades, civiles y eclesiásticas, el interés por resucitar a éstos "gigantes mudos". Sería loable que la Catedral de Santiago diera el ejemplo, restaurando el Gran Órgano, inaugurado en la Pascua de 1850, que desde hace años ha enmudecido y yace en el más lamentable de los abandonos y descuidos. ¡Cuánto bien se haría a la misma gente! ¡Qué gran iniciativa pastoral sería! ¡Qué bien hablaría de la comunión eclesial!