sábado, 15 de septiembre de 2007

Una lección desde Viena. Sobre cómo cantar la Misa.

La polifonía de Haydn y las antífonas gregorianas del misal antiguo acompañaron la misa del Papa en la capital de Austria, toda celebrada con "la mirada hacia Dios". Un modelo para las liturgias católicas de rito latino en todo el mundo.


Por Sandro Magister


ROMA, 12 de setiembre del 2007

Entre las muchas cosas que Benedicto XVI dijo e hizo en sus dos viajes de inicios de setiembre, a Loreto y a Austria, hay dos que marcan y distinguen en modo inconfundible su pontificado.
Ambas tienen que ver con la visibilidad de la Iglesia, con su capacidad de comunicar: no a sí misma sino “las cosas de arriba”.

En Austria, con la misa en la catedral de Viena del domingo 9 de setiembre, Benedicto XVI ha hecho entender como quiere que la Iglesia aparezca ante los hombres, en el momento en el que se muestra más altamente reconocible: la celebración eucarística. Con la misa celebrada en la catedral de San Esteba, Benedicto XVI ha vuelto a dar vida a una tradición musical y litúrgica que había permanecido ininterrumpida desde hace décadas.


En efecto, hasta donde se alcanza a recordar, la última celebración papal acompañada de la ejecución completa – Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei – de una gran misa polifónica se remonta al 1985, con la "Krönungsmesse" de Mozart dirigida por Herbert von Karajan, en San Pedro. Y la penúltima, al lejano 1963. También aquella vez la misa fue celebrada en San Pedro, y el autor escogido fue Giovanni Pierluigi de Palestrina, maestro de la polifonía romana del siglo XVI.
Esta vez la misa fue celebrada en Viena y el autor con justicia fue el austriaco Franz Joseph Haydn: con la estupenda “Mariazeller Messe” del 1782, para coro, solos y orquesta.

También el canto gregoriano ha hecho una reaparición importante en la misa papal del 9 de setiembre. Durante la comunión el coro cantó varias veces la antífona “Vovete”, propia de este domingo en el misal de rito antiguo, alternada a versículos del salmo 76 también cantados en latín: “Haced promesas al Señor, vuestro Dios, pero cumplidlas. Vosotros, que rodeáis al que es digno de temor, traedle ofrendas. Pues él quita la vida a los gobernantes y causa temor a los reyes del mundo".

Un crítico musical hubiera aprobado con la máxima nota la espléndida ejecución, dirigida por Markus Landerer, maestro de capilla de la catedral de Viena. Pero se trataba de una misa, no de un concierto. Y Benedicto XVI impartió con esta finalidad una lección clara, en dos sucesivos momentos de la jornada.
En el Ángelus, pocos minutos después del término de la misa, comenzó su discurso así:

“Esta mañana ha sido para mi, una experiencia particularmente bella el poder celebrar con todos vosotros el día del Señor en un modo tan digno en la magnífica catedral de San Esteban. El rito eucarístico realizado con el debido decoro nos ayuda a tomar conciencia de la inmensa grandeza del don que Dios nos hace en la santa misa. Precisamente así nos acercamos también al asunto y experimentamos la alegría de Dios. Estoy agradecido por tanto a todos los que mediante su contribución activa en la preparación y el desarrollo de la liturgia o también mediante su participación recogida en los sagrados misterios, han creado una atmósfera en la que la presencia de Dios era verdaderamente perceptible”.

En la tarde, en el monasterio de Heiligenkreutz donde cada día 80 monjes cistercienses celebran el oficio divino en puro gregoriano y totalmente en latín, dijo: “En la belleza de la liturgia, […] donde juntos cantamos, alabamos, exaltamos y adoramos a Dios, se hace presente sobre la tierra un pedacito de cielo. No es en verdad temerario si en una liturgia totalmente centrada en Dios, e los ritos y en los cantos, se ve una imagen de eternidad. […] En todo tipo de tarea para la liturgia el criterio determinante debe ser siempre la mirada hacia Dios. Estamos frente a Dios: Él nos habla y nosotros le hablamos a Él. Donde las reflexiones sobre la liturgia se nos pregunta solamente cómo hacerla atractiva, interesante y bella, la partida ya está perdida. O sea es opus Dei, obra de Dios, con Dios como específico sujeto, o no es. En este contexto os pido: realizad la sagrada liturgia a teniendo la mirada en Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia viviente de todos los lugares y de todos los tiempos, con el fin de que se hagan expresión de la belleza y de la sublimidad del Dios amigo de los hombres”. “Una liturgia que se olvida de mirar a Dios está, como tal, en su ocaso”.


Difundidas al mundo, las misas papales son un paradigma para las liturgias de la Iglesia latina en todo el mundo.



1 comentario:

rojobilbao dijo...

¿Cual fue la misa de Palestrina cantada en 1963?

Gracias